El término jíbaro se utiliza para hacer referencia a las personas que vivían tierra adentro, es decir, en las montañas de la isla de Puerto Rico. El jíbaro típico del campo era pobre, analfabeto y sin educación, podemos compararlo con el Hillbilly americano. Aunque cabe destacar que no todos los que vivían en la montaña eran jíbaros, sino que eran terratenientes españoles educados, y el jíbaro que no tenía tierra trabajaba para ellos. El estilo de vida rústico de los jíbaros les permitió desarrollar su personalidad artística, creando historias, poemas y composiciones musicales. El cuatro puertorriqueño, el güiro y la guitarra son los principales instrumentos de la música jíbara, aunque se incluyen otros instrumentos. También se entretenían con las peleas de gallos, que se hacían los domingos o días festivos y los gallos peleaban con sus propias espuelas.
Los jíbaros poseían una sabiduría natural, que los facultaba con destrezas para trabajar la tierra, negociar la cosecha, idear remedios caseros con hierbas y especias, y cocinar en el fogón. El lechón a la varita , el mofongo , los pasteles y el asopao, una sopa espesa de arroz y pollo, son platos tradicionales y auténticos del jíbaro puertorriqueño. Con el tiempo, el jíbaro se trasladó a la ciudad para estudiar o trabajar en la economía industrial, dejando de lado la economía agrícola. Hospitalidad, honestidad, autosuficiencia, honor, valentía, terquedad, solidaridad, trabajo duro y orgullo son características que definen al jíbaro puertorriqueño tradicional y actual.
El jíbaro se ha utilizado como símbolo de orgullo e identidad puertorriqueña durante varios años. Desde políticos hasta puertorriqueños en la diáspora, se identifican con lo que representa el jibarito, un puertorriqueño auténtico y tradicional. Hace referencia a la cultura que ha sido transmitida por generaciones desde los habitantes del campo hasta las generaciones actuales de la isla. Cabe señalar que en ocasiones el término jíbaro tiene una connotación negativa, siendo utilizado de manera despectiva o humorística para referirse a un ignorante. Aun así, hoy el término representa los valores culturales y morales de los boricuas, como la unidad comunitaria y familiar, la integridad, la resiliencia y la determinación.